La fatalidad puede ocurrir incluso cuando se esquivan los pasos que previamente parecían conducir a ella.
Diez años de gloria en esta labor clandestina me convirtieron en un mito para cada uno de mis detractores -entre ellos la policía nacional y un par de sabuesos privados que apenas han sospechado mi sombra- y al mismo tiempo me he convertido en la última salida de los desesperanzados. Analógicamente en un mito se convierte la razón por la cual mis servicios se han popularizado secretamente.
Me han dicho que carezco de moral, que mi conducta obedece a una suerte de patología sin cura ni remedio. Sin embargo, la muerte de mis clientes no me conduce en ningún lugar de mi conciencia a un desborde de culpa o a algún arrepentimiento de tipo ético.
¡Los maté, sí! Lo hice sola. Yo, Laura, sola siempre. Cumplí a cabalidad, un ochenta por ciento de las ocasiones, con mi contrato. El veinte por ciento restante corresponde a situaciones en las que el propio cliente renunció a su idea. Es más, creo que si no fuera por mi diligente actuación en cada caso, no habrían llegado a mi buzón cientos de solicitudes desesperadas en busca de mis servicios. La fama de la que hoy gozo ha sido el fruto, supongo, de un esfuerzo mayor a lo largo de estos años y, aunque es clandestina, ha sido una fama ganada por mérito. Gracias a eso, hoy tengo el privilegio de contar con varios apartamentos en las ciudades más importantes del país y uno loft en Estados Unidos. También una casa de campo en la rivera mediterránea donde, en parte por ocio y en parte por merecido descanso, me desconecto un par de semanas cada seis meses.
Al comienzo no me atrevía a negar el servicio, fuera el caso que fuera; por un lado me preocupaba mi sustento y por otro, temía que mi negativa motivara venganzas o me incurriera en demandas no formales o acusaciones que me perjudicaran o me retiraran de la esfera boyante del crimen. Pude haber dedicado mi vida a mi profesión, pero la electrónica me suponía menos aventura, riesgo, adrenalina, elementos insustituibles de mi corriente sanguíneo, en últimas de mi salud.
Hoy, pese a que gozo de una excelente condición física y que tengo una lista enorme de trabajos a la espera de ser aceptados, a mis treinta y nueve años, he decidido retirarme, me entregaré. No tengo hijos ni los tendré, mi relación con los hombres se limita al trato ordinario en la vida social, jamás me enamoraría de uno de ellos. Sólo me maquillé en los casos que urgía mimetizarse, pero en la vida no laboral mi piel goza de una frescura propia de una adolescente, aun cuando, sobre todo debajo de los ojos, unas arrugas tímidas delatan las décadas que llevo encima. No estoy cansada del oficio, tampoco temí jamás ser atrapada. La sombra de alguna celda reconstruirá mi semblante. He seducido a jueces y sobornado a policías y lo volvería a hacer si fuera necesario. Todo esto se acaba hoy porque he recibido una mala noticia. Lo que acabo de ver tras esa puerta confirma mi propia fatalidad. ¡Quisiera jamás haberme abierto al amor con ella, tampoco haberla seducido! Menos debí dejarla conocer las intenciones de su esposo. Quemaré el sobre que está en mi bolsillo sin abrirlo. No me debí involucrar con la futura viuda. Rompí todas mis normas. No la buscaré a ella. ¡Quisiera que el ascensor no se detuviera en el piso UNO y que me sacara definitivamente hacia el otro infierno donde no estén ni el amor, ni Eliana, trabajaré para borrar su recuerdo!
Agosto 24, Sección POLÍTICA:
«La ministra de educación, la Dra. Eliana Rodríguez de Trujillo entregó la noche anterior al señor presidente de la República su carta de renuncia. La prestigiosa abogada e ilustre educadora se desvincula del gobierno por “motivos personales” y ha manifestado que su decisión es irrevocable. Fuentes cercanas a la dirigente y a este diario han revelado que la ministra no sólo deja su cargo sino que abandona a su familia y se instaurará en Chile definitivamente. Hablamos con su esposo a quién también la decisión parece haberle caído de sorpresa: “No estoy enterado al respecto, pero dudo que Eliana tome una decisión como tal sin ni siquiera anunciármela” –aseguró. “Es cierto que en la familia pasamos por una crisis a la que no quiero referirme, pero todo ese supuesto cambio me parece no sólo demasiado absurdo sino prácticamente injustificable, debe ser alguna argucia de la oposición que quiere desestabilizar al gobierno metiéndose con una de las funcionarias más reconocida por su dedicación incansable en lo social. No olviden señores periodistas que la vida siempre resulta ser, más allá de sí misma, una contundente ironía”- agregó el esposo de la ministra.
La cartera podría ser delegada al actual editor y ex constitucionalista Siro Benavides. Su experiencia en el ramo de la educación pública lo acredita como el más opcionado para asumir el cargo. Benavides estuvo a cargo del comisionado de gestión que planeó, diligenció y ejecutó el Plan Tres Mil de Educación. También fue rector por seis años de la Universidad Nacional José Restrepo del Norte, en cuyo cargo recibió no sólo la Acreditación Internacional de Educación que otorga La UNCEFA sino además numerosos premios a la calidad en prestación de servicios pedagógicos a nivel superior.»
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No lo puedes creer, el esposo de Eliana había solicitado tus servicios apenas hace un mes. Luego la conocerías a ella, qué dulzura. La llamada te pareció entonces muy extraña, su voz, su forma de expresarse, nada sugería estar realmente dictado por la conciencia de un hombre resuelto a morirse. Incluso acordó un aumento en la tarifa para adelantar la ejecución el día en que finiquitaron los detalles en la cafetería del centro de la ciudad donde precisaron la fecha. Faltaban apenas unas horas para enviarlo al cielo y recibir tu pago cuando leíste un correo electrónico –sugerido proféticamente once años antes por la canción “I´m open” (“Estoy abierto”) de Eddie Vedder:
CCO_______________________
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ASUNTO: Cancelación del contrato.
MENSAJE:
Señora Céspedes, sírvase dar como cancelado el contrato suscrito conmigo. Mi esposa sospecha sobre mi intención de abandonar el mundo. Por eso deseo seguir vivo y aspiro a resolver todos los asuntos de mi vida. Le tuve que confesar todo porque ella escuchó nuestra última conversación en la que acordábamos los últimos detalles. Por el pago de sus honorarios no debe preocuparse, hoy mismo recibirá un sobre con el total de dinero pactado más una suma de indemnización por cancelación del contrato, tal como acordamos el 22 de julio en la cafetería “El Toche”.
RESPONDER REENVIAR GUARDAR EN LISTA DE CONTACTOS
Prendiste el celular y te encontraste con doce llamadas perdidas y nueve mensajes de texto. Una de las cláusulas había sido expresamente no dejar mensajes en el celular, pero el asunto era de vida o muerte, literalmente. Te habías prometido nunca vincularte con la familia de los clientes y en lo posible nunca saber nada sobre ellos. Fallaste.
Corriste de inmediato al lugar donde sabías que estaba el señor Trujillo: su apartamento; dejaste un sensual pero corto masaje en las nalgas del celador del edificio con un billete de cincuenta mil pesos; oprimiste ansiosa seis veces el botón que traería el ascensor, luego oprimiste tres veces el número 17 y el botón de las flechas para cerrar las puertas. Te deslizaste al 1709 y encontraste la puerta apenas ajustada.
Adentro y sin vida, recostado en un diván curtido por el tiempo, encontraste el cuerpo de Pablo Trujillo Córdoba y en la mesa un sobre nutrido que parecía esperarte bajo el frasco de Prozac vacío. En el piso, una nota en una hoja casi transparente por el cúmulo de lágrimas; una hoja escrita con ese tipo de letra que reconocías plenamente había sido escrito por ella:
“Pablo, te dejo, no por la irascibilidad que produce tu depresión, ni por las recientes discusiones en torno a tu comportamiento, tampoco por esa “fría infertilidad” que me atribuyes gracias a tu inagotable sarcasmo; si no porque me enamoré de la que será tu verdugo, de Laura, sí, a quien al comienzo conocí para rogarle que no lo hiciera y aunque mi vida es imposible con ella, lo es también contigo en adelante. Antes de que acaben o acabes con tu vida, me aparto yo misma de esta. Piénsalo.” Eliana.
Septiembre 31, Sección JUDICIAL:
Los primeros análisis del grupo de investigadores forenses de la fiscalía permiten suponer que el señor Pablo Alejandro Trujillo Córdoba, esposo de la ex-ministra de Educación –quien hasta el momento ha sido imposible de localizar- sufrió un infarto producido por la ingesta de 39 pastillas tranquilizantes. El juez que lleva el caso anunció incorporar el resultado definitivo de la investigación al expediente que se había abierto por supuesto homicidio culposo. La ingeniera Laura Céspedes Contreras ha sido desvinculada al proceso en su calidad de testigo con base en una revisión completa de llamadas y mensajes recibidos en su celular, e incorporada como “principal sospechosa” luego de su indagatoria. La señora Céspedes confesó una serie de crímenes que hacen parte de una vigorosa empresa criminal en la última década. También negó el auxilio de un abogado a si fuera de oficio.. Se han abierto setenta nuevos casos en contra de esta “mujer sicario” dada la calidad de sus confesiones. A la salida del Búnker, debidamente esposada y escoltada, Céspedes sostuvo frente a los medios, con una voz helada: “En este caso, se me adelantaron”. FIN
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Autor: Luis Felpe Jiménez (1976). Bogotá, Septiembre de 2007.
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