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“Yo soy libre como el mar.

Libre

como el ave que escapó de su prisión”

Jose Luis Armenteros y Pablo Herrero.


Clau, lo que te voy a contar, mi amor, por favor tómalo con calma.


Primero, perdóname por hacerlo así, a través de este email, debí decírtelo hace un instante cuando hablamos por teléfono. Tengo miedo que Martín y Katherine me escuchen, tengo miedo que se enteren sobre lo que te voy a contar. Esto es muy serio. Han sido los mejores anfitriones, son una pareja espectacular, temo que este secreto los asuste o me cierren las puertas que comenzaron a abrirse. No he firmado el contrato, pero ellos ya saben que lo voy a hacer.

Martín decidió escribir este email y quiere transcribirlo a mano. Cuando termine, lo revisará antes de enviarlo, ajustará detalles y luego lo pasará a una agenda donde ha estado guardando anotaciones con sus secretos más íntimos.


Katherine no podría haber escuchado una conversación del árbitro con su pareja porque en otra habitación, a quince pasos del cuarto decorado especialmente para Martín, Eduardo le subió el volumen a la música para prevenir que su intimidad sexual incomode al invitado. Son días felices para esta pareja, su proyecto cada vez tiene más fuerza y la incorporación de Martín al equipo de trabajo los motiva cada vez más.


Ya no tenemos que preocuparnos por mi futuro en este país, la opción laboral me fascina, mi amor, no te imaginas lo que es este proyecto. Te prometo que te voy a contar todos los detalles cuando nos veamos. Es más, no les he mencionado que tú serías de gran ayuda acá. Tu investigación aplica para este proyecto, acá manejan un enfoque inclusivo universal sobre distintas condiciones físicas. Primero te cuento todos los detalles y me dices si puedes colaborar, si no interfiere con tu doctorado o si esperamos a que te gradúes. Mi vida, si no te parece buena idea, ellos se lo pierden. Ya les hablé de tu proyecto y quieren conocerlo mejor, pero yo no sé explicarlo como tú. Acá hay mucho por hacer y lo mejor, hay presupuesto. Si sale como lo tienen soñado, piensan expandirse a otras ciudades, incluso a Washington, pero lo mejor ¡a otros países!
Esto es grande, muy grande. Eduardo y Katherine son unos visionarios, quién iba a pensar que Carebúho llegaría tan lejos, es muy inteligente, si se hubiera dedicado al fútbol hoy sería presidente de la FIFA hahahahahahahaha.
Y Katherine, si vieras, es brillante, hace de todo, pinta divino, yo creo que esa mujer no duerme porque es imposible que el tiempo le alcance pa tanto. Es ingeniera y sabes, en la práctica, ella es quien dirige la empresa. Edu es menos organizado, más loco, habla durísimo, como cuando era niño, creo que por eso nos entendemos. A ella a veces no la escucho bien, creo que es por su timbre de voz. Ya no sé, cada vez escucho menos, mi amor. Pero no quiero tocar ese tema. No sé si vayan a tener hijos, les voy a preguntar. Son un equipo campeón, mi amor, te lo juro, la van a sacar del estadio. Katherine me recibió en el aeropuerto con un retrato de ambos, una belleza, dibujado por ella. Te mandé la foto adjunta. Al principio me habló en inglés y yo ahí medio le entendí, medio la escuché. Ella se rió porque me vio nervioso y comenzó a hablar en español, lo habla muy bien, su familia viene de Cuba, bueno, no viene, algunos alcanzaron a venir. Ella nació acá…

Bessa ya sabe que el equipo de investigadores de la Universidad de George Washintgon recibió con mucho entusiasmo a Claudia. Sabe que su doctorado va como ella lo ha estado soñando, incluso mejor. La emoción de su voz habló más que sus palabras. Sin embargo, en la corta llamada que acaban de compartir, no escuchó lo que ella dijo sobre la urgencia de volver a Colombia por un trámite que le hace falta para para acceder a unos recursos de la universidad. Martín todavía ignora que los casi 200 kilómetros entre Richmond y Washington no van a impedir que en cualquier momento uno de los dos viaje al rencuentro para hacer el amor de nuevo o para volver a derretir un helado con sus lenguas.


Ustedes dos se parecen, nada las derrumba, Clau. Estoy feliz por lo que me contaste sobre profesor, ya era hora que te reconocieran el trabajo que has adelantado. No entendí el apellido de él, es alemán? Dile al doctor que yo también le agradezco y que eso sí, no se encariñe mucho porque cuando acabes el doctorado te van a rogar para que no aceptes trabajo en cualquier parte, acá por ejemplo…

Cuando Claudia llegue a esta parte del email detendrá la lectura para preguntarse si la elucubración exaltada de Martín es muestra de la preocupación manifiesta en el encabezado del mensaje.


El dinero que me adelantaron por la asesoría es suficiente para buscar un lugar no muy costoso. Así no los voy a incomodar mucho acá. Ellos insisten que no tengo por qué ir a otro lugar, pero es lo mejor para todos. Esta noche me invitaron a una cena-fiesta-recepción con amigos de ellos, con socios del proyecto. Edu me dijo que no hace falta comprar ropa nueva, que lo que traje está bien. Me prometió que serán muchas personas y que todos son tranquilos, no les importa esas cosas de la etiqueta.

El teléfono de Katherine vuelve a sonar en la sala, pero no interrumpe la redacción del correo porque ninguno de los tres lo escucha. La música dentro de la habitación de la pareja impide que Katherine le conteste a Gerardo Whal. Ya casi la apagan y el sueño conciliará sus cuerpos desnudos. El periodista llama para confirmar que asistirá a la fiesta. Quiere, además, conversar con Katherine un par de minutos antes de la llegada de los invitados. Su editor lo presiona. Sabe que si bien ya establecieron una agenda para la reunión, cualquier información extra permitirá darle mejor contexto a su artículo.


Mi amor, tenemos que hablar personalmente. Mañana hablo con ellos para preguntarles si puedo viajar el domingo hasta Washintgon. Ya deben estar a punto de dormir y no quisiera molestarlos. Quiero contarte personalmente porque no pienso volver por ahora a Colombia. Allá mi vida corre peligro. No quiero que te preocupes, no quise decírtelo cuando estábamos los dos en Bogotá, pero ya estoy más tranquilo, no va a pasar nada.
Te amo, Tin.

Luego del punto final y antes de dar “enviar”, Martín Bessa retoma por un segundo la lectura de una noticia histórica que lo tiene seriamente impactado. El título: "Por qué nadie ayudó a Peter Fechter" lo cautivó la noche anterior. Activa la música aleatoria y una canción inspira su postdata. Saca el bolígrafo para transcribir el mensaje y cierra los ojos mientras comienza la canción.


Abre los ojos, dice "te extraño" y escribe:


Pd: Te amo, Clau, buscamos juntos la libertad. Hoy escucho esta canción de Nino Bravo.


"Enviar"

Esta historia continua con: Ritmos


Capítulo anterior: La invitación



 

Por: Luis Felipe Jiménez Jiménez, Bogotá mayo 2023.

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Foto: Markus Winkler

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